son el palo flamenco más importante perteneciente al grupo de las cantiñas, que son los cantes por excelencia propios de Cádiz y los Puertos. Es el tipo de cantiñas que desde sus inicios ha sido el más cultivado y cantado por los artistas y aficionados flamencos, y a su vez el más celebrado por el público oyente. El nombre de este estilo flamenco, procede precisamente de su significado, ya que es un cante que incita a la alegría, a la fiesta, la diversión. Podemos decir que las alegrías son el palo flamenco que mejor expresa el sentir del pueblo gaditano. Además, podemos decir que es el baile flamenco más antiguo; tanto es así, que gran parte del resto de palos flamencos se basan en la alegría para componer su coreografía.
Historia de las alegrías
En su origen, podemos observar las influencias de varios estilos, como las coplas romanceadas, los panaderos, seguiriyas, los viejos fandangos de Cádiz, las rosas (otro tipo de cantiñas) y jaleos, pero es la jota la que tiene mayor participación e importancia en la creación de las alegrías, tanto como para decir que son su base fundamenteal.
Se cree firmemente que la configuración musical de las alegrías empieza a formarse en el primer cuarto del siglo XIX; en la emigración de los aragoneses a Cádiz con el motivo de la Guerra de la Independencia. De esta convivencia de aragoneses y gaditanos, hermanados en una lucha contra del invasor común francés, salió un cante conocido como «jota de Cádiz«.
Vamos a escuchar una jota cantada por el Niño de Medina. En ella podemos observar el parecido de esas jotas con las alegrías, pues serían sus antecedentes:
Posteriormente, a mediados del siglo XIX, (coincidiendo con el nacimiento de la soleá en Triana en 1850), los flamencos empiezan a aflamencar estas jotas de Cádiz, adaptándola al ritmo de la soleá. Esto les proporcionaría un nuevo palo flamenco de estilo alegre que serviría como contraste al resto de palos que tenían un mayor grado de dramatismo, cubriendo así un importante hueco entre los diferentes cantes flamencos.
El compás de las alegrías es idéntico al de la soleá, aunque el tempo es bastante más rápido, lo que le aporta ese carácter alegre y festero.
Demófilo (Antonio Machado Álvarez, el padre de los famosos poetas Antonio y Manuel Machado), nos hace una referencia en el año 1881, hablando en su obra «Colección de Cantes Flamencos» sobre unas tonadillas en forma de «juguetillos» o alegrías; unas coplillas que se cantaban en Cádiz en el siglo XIX. Claro está, en aquel entonces no se las consideraba aún un palo flamenco definido como tal. Decía Demófilo, literalmente: «Al lado del hombre de sentimientos delicados que goza con la música triste de la seguidilla gitana o levemente melancólica de la soleá, existe el espíritu alegre y bullicioso, que va a recrearse con la música, también retozona y alegre, de ese infinito número de composiciones, puramente andaluzas, conocidas con el nombre de juguetillos o alegrías«.
Como la primera referencia oficial de todas las que tenemos sobre las alegrías, debemos destacar en el año 1866 la de un cantaor cantillanero llamado Francisco Hidalgo, también conocido como Paco el Gandul o Paco Botas. Fue un cantaor muy respetado, de primera línea en la época de Silverio Franconetti. Cantó en la ciudad de Córdoba unos caracoles, seguidos de unos cantos alegres y unos panaderos. En esos mismos años 60 del siglo XIX, otros cantaores flamencos como El Quiqui, acompañado por el Maestro Patiño, empezaro a hacer «cantes alegres» o «cantes por alegre».
Y el que vino a darle la forma definitiva a las alegrías tal y como hoy las conocemos, aprendiéndolas de Hidalgo y El Quiqui, sería el histórico cantaor de Cádiz Enrique el Mellizo, ya a finales del siglo XIX.
Desde ese momento las alegrías serían el cante festero por excelencia, hasta que ya en el siglo XX le tomaran el relevo la bulería y el tango. Mientras tanto sería, junto con el zapateado, uno de los bailes principales. Parece ser que en sus inicios el toque y el baile eran algo lentos, como una soleá en tonalidad mayor, pero sus formas alegres la impulsó a un tempo más rápido, como una bulería por soleá.
[box type=»shadow» align=»aligncenter» ]Como ejemplo de esto último, vamos a escuchar unas alegrías a dos voces interpretadas por la Perla de Cádiz y María Vargas. Obviamente, no es de la época, sino una grabación mucho más nueva, pero nos va a servir como ejemplo para observar la lentitud en el toque y baile a la que nos referimos, ya que así sonarían entonces:
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Posteriormente a esto, ya en el siglo XX, debemos destacar también el aporte que hizo Ignacio Espeleta a las alegrías, agregándoles la tarabilla «tirititrán, trán, trán», que los cantaores flamencos usan como entrada a este cante, un tercio de preparación o farfulleo. Esta entrada se hizo muy popular -se sigue usado a día de hoy-, y más aún a partir del cantaor Manolo Vargas, quien hizo unas alegrías más cortas y ligeras, ligando además los tercios; diferentes, por ejemplo, a las cantadas por Aurelio Sellé (también conocido como Aurelio de Cádiz), quien cantaba las alegrías de una forma más lenta y clásica, siguiendo la línea de Enrique el Mellizo.
Bailando por alegrías
El baile por alegrías, resulta ser el baile flamenco más antiguo y completo, el de mayor tradición flamenca; y muchos otros palos flamencos la toman como base para confeccionar las coreografías de sus propios bailes.
Forma de las alegrías
Otros datos y curiosidades
La primera grabación por alegrías de la que tenemos constancia (posiblemente) es la que hizo Sebastián el Pena (Pena Padre) en el año 1909, siendo acompañado a la guitarra por el Hijo del Ciego y al baile por La Macarrona. Si os fijáis, en el propio cante lo definen como jaleo, sirva esto como una demostración más de que los jaleos preceden a este tipo de cantiñas:
Nos hemos encontrado un vídeo en el que Chano Lobato, gran conocedor de los cantes de Cádiz, nos explica cómo Ignacio Espeleta creó el «tirititrán» como entrada a las alegrías:
Algunas otras variantes comarcales de las alegrías, aparte de las ya citadas, son las de Córdoba, las de Lebrija o las de Utrera. El carácter entrecortado del compás de la alegría otorga un sello inconfundible a este genero, covirtiéndolo en uno de los más sugestivos del universo rítmico del arte flamenco. En el desarrollo y evolución de las alegrías a lo largo de casi dos siglos de existencia destaca la aportación atribuida a Ignacio Espeleta, la expresión fonética «tirititran» utilizada por los cantaores como tercio de salida o temple de la voz. Como su nombre indica, se trata de un cante inminentemente festero, destinado al baile, y es bailado por ambos sexos, aunque es más propio de la mujer. Destacamos como notables intérpretes históricas del baile (y el cante) por alegrías a La Mejorana, La Malena, Gabriela Ortega, La Jeroma y La Macarrona. Durante la época de los cafés cantantes las alegrías funcionaban como soporte musical para los cuerpos de baile, siendo un género proclive a asimilar coplas de otros géneros. La versión bailable de las alegrías tiene una estructura formal más o menos fija que consta de los siguientes elementos: entrada, paseo, silencio, castellana y escobilla, para concluir con un desplante o salida por bulerias o jaleos.
Las cantiñas más cultivadas por los artistas y las más celebradas por el público desde los primeros años del género son las alegrías. El contrapunto idóneo a la soledad. Eso es el flamenco, desde la alegría y la juerga hasta la soledad y el llanto, la música que reconforta los sentidos tanto como los hiere.
Las alegrías se formaron a partir de la jota, el más extendido de los géneros populares españoles. La jota sirvió de marco a la exaltación popular desde mediados del XVIII hasta bien entrado el siglo XX, y los flamencos la tomaron para recrear en clave artística un canto alegre que contrastara con el dramatismo de los otros cantes del repertorio jondo.
> El parecido melódico con la jota es un elemento que podemos considerar clave para identificar las alegrías
Además de los elementos de las jotas en las alegrías encontramos también otros propios de las coplas romanceadas, de los panaderos, de los pregones bajo andaluces, de las seguidillas, del antiguo fandango de Cádiz y, sobre todo, de los jaleos cantados en tono mayor. El jaleo marca la diferencia, el resto es una jota a lo flamenco. Guillermo Castro indica la clara relación entre un tipo de panaderos gaditanos como antecedente del toque por alegrías, concretamente la cantiña denominada la rosa.
Aunque es frecuente en las alegrías la referencia literaria a episodios de la lucha contra la invasión francesa, acaecida a comienzos del siglo XIX, la definitiva cristalización del estilo es bastante posterior. La noticia más antigua data de 1866 y se dio en Córdoba hallada por el estudioso Alberto Rodríguez Peñafuerte y publicada en su blog Flamenco de Papel: el cantaor de Cantillana Francisco Hidalgo (Paco El Gandul) cantaor de primera en la época de Silverio cantó caracoles y canto alegre y panaderos. Así mismo fue Manuel Bohórquez quien en 2009 nos confirmó que Hidalgo era El Gandul, también conocido como Paco Botas.
El parecido melódico con la jota es un elemento que podemos considerar clave para identificar las alegrías, puesto que no son otra cosa que una jota dicha a lo flamenco. El paso de la jota a las alegrías no debió ser muy complicado de forjar para los avezados flamencos de la segunda mitad del siglo XIX, como Enrique El Mellizo, a quien probablemente se deben algunos de los cantes por alegrías más practicados hoy en día. En este video queda explicado esa transformación, cómo metiendo la jota en el compás de la soleá obtenemos las alegrías gaditanas.
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Cantaores como Paco Hidalgo o El Quiqui, acompañado del maestro José Patiño, cantaron en los años sesenta del siglo 19 en los teatros canto alegre y por alegre respectivamente. Pronto pasarían a llamarse definitivamente alegrías, conviviendo en los primeros años con los caracoles y otras cantiñas. Y un punto de inflexión fundamental a la forma flamenca definitiva lo marcará, como decimos, Enrique El Mellizo, trazando el camino por el que circularán cantaores renombrados como Romero El Tito, José Ortega El Águila, Gabriela Ortega o Macaca, entre otros.
Antonio Machado y Álvarez Demófilo (padre de los Machado) se refiere, en 1881, a las alegrías cuando menciona
una serie de tonaíllas llamadas alegrías yjuguetillos \[\] más propias del carácter andaluz que del gitano
en referencia a unas coplas que se cantaban en Cádiz durante el siglo XIX.
Al lado del hombre de sentimientos delicados que goza con la música triste de la seguidilla gitana o levemente melancólica de la soleá, existe el espíritu alegre y bullicioso, que va a recrearse con la música, también retozona y alegre, de ese infinito número de composiciones, puramente andaluzas, conocidas con el nombre de juguetillos o alegrías.
Entonces no las consideraba cante flamenco como tal. Por lo visto el modo mayor frente al modo andaluz (única diferencia entre cantiñas y soleares) restaban pureza a las alegrías con respecto a su hermana carnal la soleá.
En la obra de Santiago de Murcia encontramos unas jotas que nos pueden indicar cómo eran los estilos más primitivos del género, muy lejos por supuesto de la versión aragonesa y por supuesto de la flamenca.
A finales del XIX el Niño Medina grabó una jota que en cierta forma nos puede servir como preámbulo a las variantes de alegrías que existen en el repertorio. La dirección melódica jotera la encontraremos en algunos modelos de alegrías.
Y preferentemente en los juguetillos, como los de Pastora Pavón que recrea perfectamente una melodía jotera.
La grabación más antigua de alegrías que se conserva la realizó El Pena padre en 1909, con la guitarra de El Hijo del Ciego y el baile nada menos que de La Macarrona. Que los jaleos son el antecedente de estas cantiñas queda demostrado en esta grabación, al anunciarse como jaleos y no como alegrías. Los elementos musicales que forman las cantiñas provienen en su mayoría de las alegrías, hecho que las convierte en órgano regulador del resto de los estilos que forman dicho grupo.
En las últimas décadas del siglo las alegrías serán el prototipo de cante festero, cediendo el puesto, ya en el siglo XX, a las bulerías y a los tangos, y será, junto al zapateado, el baile fundamental. Todo indica que en los primeros años se bailaban y tocaban con ritmo sosegado, una suerte de soleares en tono mayor, aunque el carácter alegre impulsó el tiempo hacia un aire que hoy encontramos en las bulerías por soleá.
Los cantes de alegrías se suelen rematar con un juguetillo, una estrofa que, a modo de macho, completa el cante. Suelen ser de tres o cuatro versos con diferentes métricas, y tienen una función parecida a la usada por el bordón de la seguidilla.
Dentro del desarrollo que han ido experimentando las alegrías destaca la aportación atribuida a Ignacio Ezpeleta hacia 1933, la glosolalia tirititrán utilizada por los cantaores como tercio de salida o temple de la voz. Es la principal clave que usa el neófito para distinguir las alegrías es el tirititrán con el que el cantaor suele introducirlas. Cuando se escucha un tirititran, si el intérprete actúa con rigor, ha de cantar alegrías; si va a hacer cantiñas lo normal es que prescinda de esa entrada, realizando el ayeo propio de otros cantes. El parecido melódico con la jota es un elemento que podemos considerar clave para identificar las alegrías, puesto que no son otra cosa que una jota dicha a lo flamenco. En este video nos lo relata Chano Lobato con su inigualable talento contador, además de cantador.
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Y en este otro se observa una curiosidad con respecto a dónde se introduce el trirititrán entre los intérpretes de alegrías.
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Un buen ejemplo de esto que decimos lo poemos escuchar en las preciosas Alegrías a dos voces que grabaron en el tablao La Perla y María Vargas. Observemos como entran con el tirititrán precisamente a mitad del compás, dándole ese aroma gaditanísimo que tienen estos cantes
Las cantiñas forman el complejo de estilos flamencos que integra las alegrías, romeras, mirabrás, caracoles, la rosa y otras cantiñas que se conocen por el nombre de su autor, como es el caso de Pinini, Tío José El Águila o Romero el Tito, o bien las que se denominan con alguna referencia a la letra, como La contrabandista o El Torrijos. También las hay que se conocen por el lugar de origen, por ejemplo, las de Córdoba. No es escaso el repertorio de cantiñas, más bien diríamos que es muy rico, tanto en músicas como en letras.
Variantes principales de alegrías
El granadino Enrique Morente con la guitarra de Pepe Habichuela hizo un repaso a diferentes tipos de alegrías en un número de su disco ‘Negra si tú [](https://flamencopolis.com/wp-content/uploads/morente21.jpg)supieras’, con poemas de Rafael Alberti y otras letras tradicionales que son un buen ejemplo de la práctica de las alegrías desde el prisma contemporáneo. La ambigüedad entre el modal y el mayor que hace en la letra ‘si mi voz muriera en tierra’, nos muestra un cante moderno creado por el genial cantaor granada.
Las alegrías son el baile flamenco más antiguo, hasta el punto de que buena parte de los estilos flamencos beben del repertorio de alegrías para confeccionar los pasos de una coreografía. Se ha mantenido durante décadas años en la coreografía una estructura formal más o menos fija, que consta de los siguientes elementos: entrada, paseo, silencio, castellana y escobilla, para concluir con un desplante o salida por chufla, bulerías de Cádiz o jaleos. Escuchamos unas alegrías de baile con todos los elementos que la componen. Al final de esta página podemos ver unas alegrías de Carmen Amaya y otras de Eva Yerbabuena con algunos de los https://flamenco.plus/prueba.php?id_pagina=5">elementos formales en cuestión.
Esquema formal de unas alegrías<iframe height="200" src="https://www.youtube.com/embed/FH9UErDU8P8?&wmode=opaque" frameborder="0" allowfullscreen=""></iframe>El Compás
Las alegrías, como hermanas carnales de la soleá aunque en tonalidad preferente, adoptan idéntico compás que éstas, un poco más airosas debido al carácter alegre de su estructura musical. Escuchemos el recuento sobre el reloj flamenco (ver el compás flamenco)
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La tonalidad
Las alegrías gaditanas se cantan en tonalidad mayor, y es el género alternativo a las bulerías por soleá en cuanto a tonalidad se refiere, ya que estas se interpretan en el modal andaluz y aquellas en el modo mayor. La tonalidad mayor es un elemento común a todas las cantiñas, con alguna excepción en determinados giros modales o al menor que se escucha en variantes como los caracoles o las de Córdoba. El compás básico de unas cantiñas es idéntico al de las bulerías por soleá, a medio camino entre soleares y bulerías.
Las letras
Las estructura alegrías admiten también la copla de cuatro versos octosílabos, unida al juguetillo de tres o cuatro versos, siguiendo la estela de la seguidilla clásica, que consta de copla y estribillo. Aunque no tienen una estructura formal determinada, los cantaores suelen realizar una sucesión de copla y juguetillo, concluyendo con una letra interpretada en un tesitura alta seguida también de un juguetillo final muy rítmico. En referencia a los juguetillos, según Rodríguez Marín las alegrías son
el más breve de los cantares españoles; sólo tiene dos versos, asonantados o aconsonantados, casi siempre de cinco sílabas el primero y de diez el segundo, y divisible este en hemistiquios iguales’. Conforma al fin, un pareado: ‘Cuando va andando/ rosas y lirios va derramando’ (verjuguetillos)._ Los principales intérpretes
En la discografía flamenca se encuentran numerosas variantes, por ejemplo: de Baile, del recuerdo, de Cádiz, de Córdoba, de Chiclana, de Jerez de la Frontera, de Puerto Real, del Puerto de Santa María, de Sanlúcar de Barrameda, de San Fernando, de Ezpeleta, del Pinini, entre otras muchas. Destacaron como bailaoras de este género La Mejorana, Gabriela Ortega, La Jeroma y La Macarrona. Los intérpretes más significativos de este cante han sido El Quiqui, Miguel Cruz 'Macaca', Tío José el Granaíno, Paco el Sevillano, Romero el Tito, Enrique el Mellizo, Aurelio de Cádiz, Manolo Vargas, Pericón de Cádiz, Fosforito, Manolo Caracol, Bernardo el de los Lobitos, Naranjito de Triana, la Perla de Cádiz, Chano Lobato y Camarón de la Isla, entre otros. Las alegrías dentro del repertorio guitarrístico destacan en las composiciones de Niño Ricardo, Sabicas, Manolo Sanlúcar y Paco de Lucía.
Selección YouTube
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